Obesidad :derribando mitos
Os adjunto un artículo de DR.Arya M. Sharma,PhD de interés general sobre el tratamiento de la obesidad.
Argumentos a favor de considerar la obesidad una enfermedad
- Empeora la salud.
- Hay incluso personas con una variedad amplia de tamaños y formas corporales que están completamente sanas y que por tanto no tienen obesidad (a pesar de los que dice la escala del IMC). Por el contrario, incluso los defensores más vehementes de la “aceptación grasa” tendrían dificultades para negar que existe un vínculo directo entre exceso de grasa corporal y deterioro de la salud en muchas personas, bien por limitaciones funcionales o por complicaciones médicas.
Por tanto, el sobrepeso con apnea del sueño es enfermedad, el sobrepeso con diabetes de tipo 2 es enfermedad, el sobrepeso con hipertensión es enfermedad, el sobrepeso con enfermedad por reflujo gastroesofágico es enfermedad y así en adelante.
- Una vez establecida, la obesidad es un problema para toda la vida.
Cuando una persona acumula un exceso de grasa que afecta a su salud, no tiene “cura” conocida. No es posible suspender el tratamiento efectivo sin que el problema vuelva a aparecer.
La obesidad se comporta como todas las demás enfermedades crónicas. Es posible modificar la evolución o incluso mejorar el trastorno con tratamientos conductuales, médicos o quirúrgicos, pero al suspender el tratamiento la persona vuelve a aumentar de peso, a veces con un añadido.
Un paciente de género masculino me dijo hace poco tiempo que había perdido 25 kg alrededor de 5 años antes, simplemente controlando la alimentación y realizando un programa de ejercicio regular. Me dijo que había “vencido” a su obesidad y que se consideraba a sí mismo “curado”. Le respondí que yo le consideraba solo “en remisión” porque su biología sigue siendo la de una persona con obesidad. Y le demostré mi afirmación de la manera siguiente.
Nadie llega a “curarse” nunca de su obesidad
Imaginemos que él y yo intentáramos aumentar 25 kg de peso en las próximas 6 semanas. Yo tendría que afrontar una tarea realmente ardua mientras que él no tendría mucha dificultad para recuperar su peso. De hecho, si él adoptara sencillamente mis hábitos alimentarios, recuperaría los 25 kg antes de darse cuenta.
Su cuerpo está esperando recuperar el peso que ha perdido, mientras que mi biología me haría realmente difícil aumentar tanto peso inicialmente. Esta es la razón por la que el “punto de ajuste” de su peso sigue estando 25 kg por encima del mío, que está en mi peso actual (lo máximo que he pesado nunca).
Al haber pesado 25 kg más en algún momento, su biología ha quedado alterada de manera permanente.
En la actualidad, sabemos mucho de esta biología. Sabemos lo que sucede cuando las personas intentar perder peso, y el grado de dureza con el que lucha el cuerpo para resistirse a la pérdida de peso y para recuperar el peso perdido. Esta es la razón por la que la obesidad precisa un tratamiento continuo. Nadie llega a “curarse” nunca de su obesidad, ni siquiera las personas que se someten a cirugía bariátrica. Si se revierte la cirugía vuelven a recuperar el peso.
- Las modificaciones del estilo de vida tienen un efecto escaso en la obesidad.
Hay muchos ejemplos publicados en internet con fotografías antes y después de personas que han perdido peso mediante dieta y ejercicio, pero por lo general en la realidad las modificaciones del estilo de vida no son muy efectivas a largo plazo. Incluso en estudios clínicos con voluntarios muy motivados que recibían más apoyo del que sería previsible en la práctica clínica habitual, la media de la pérdida de peso a los 12-24 meses fue baja.
En la mayoría de las personas con obesidad, las modificaciones del estilo de vida no son suficientemente efectivas – al menos como medidas a largo plazo en la vida real. Aunque este hecho puede resultar desalentador para muchas de estas personas (sobre todo para las que han dedicado sus vidas a promocionar un estilo de vida saludable como la solución para la obesidad), es parecido al que hemos observado con otras enfermedades relacionadas con el “estilo de vida” como la diabetes y la hipertensión. Aunque la dieta y el ejercicio son elementos esenciales para controlar estas enfermedades, muchas personas con diabetes o hipertensión necesitan asistencia médica además de estas medidas.
Con la obesidad sucede lo mismo. La dieta y el ejercicio siguen siendo elementos esenciales del tratamiento, pero simplemente no consiguen la eficacia suficiente para controlar la obesidad en la mayoría de las personas obesas.
- Considerar que la obesidad es una enfermedad puede mejorar el acceso a la asistencia sanitaria.
Por desgracia, pocos sistemas sanitarios se sienten obligados a proporcionar los tratamientos adecuados para la obesidad, y pocos planes de salud cubren estos tratamientos. Aunque la cirugía bariátrica es el único tratamiento con eficacia a largo plazo basada en la evidencia de la obesidad grave, por desgracia, su aplicación sigue siendo escasa.
Los responsables de los sistemas sanitarios también son parte del problema. Muchos limitan su papel en el control de la obesidad a avisar a los pacientes del riesgo que implica un exceso de peso. No consideran que sea su labor aplicar un tratamiento directo para la obesidad
Esto es diametralmente opuesto a lo que se hace para la diabetes o la hipertensión. s es una parte importanLa mayoría de los médicos estarían de acuerdo en que limitarse a decir a los pacientes que deben bajar la glucemia o la presión arterial no puede considerarse una asistencia sanitaria adecuada. Ayudar a los pacientes con estos problema es de nuestra labor
Pero un colega me pregunto hace poco tiempo, “¿por qué debe ser este mi cometido?, ¿por qué no comen menos y hacen más ejercicio?, ¿es tan difícil?”.
5. Las enfermedades precisan empatía.
Nuestra respuesta normal a las personas afectadas por una enfermedad – incluyendo los fumadores con cáncer de pulmón o las personas con enfermedades de transmisión sexual – debe contener al menos cierto grado de empatía. Incluso si la enfermedad es totalmente evitable y el paciente ha acelerado su evolución, una vez que se hace el diagnóstico de diabetes, cardiopatía isquémica o accidente cerebrovascular, la respuesta social esperada consiste en empatía, no solo por parte de familiares, amigos y compañeros.
6. El tratamiento de la obesidad debe enseñarse en las facultades de medicina.
Por desgracia, en la facultad de medicina aprendemos poco sobre la obesidad. Todo licenciado en medicina puede recitar el papel y la función de ADH, ATP, PNA, TSH y de una amplia variedad de otros parámetros bioquímicos relacionados incluso con la fisiología y la función más específica. Pero pocos estudiantes de medicina y médicos han oído hablar alguna vez de POMC, alfa-MSH, PYY, AgRP, CART, MC4R o alguna de las otras moléculas que se sabe que intervienen en la regulación del apetito.
La cuestión es que incluso los licenciados en medicina graduados en los últimos años tienen solo un conocimiento escaso de la biología compleja del apetito y de la regulación del metabolismo energético, sin un conocimiento amplio del enfoque clínico de la obesidad.[6]
Elevar la obesidad a la categoría de enfermedad eliminaría las excusas de las facultades de medicina para no enseñar a los estudiantes la sociopsicobiología compleja de la obesidad y sus complicaciones, su pronóstico y los tratamientos.
Epílogo
Estoy completamente convencido de que las razones a favor de considerar que la obesidad es una enfermedad son bastante más sólidas que los argumentos en contra. Dicho esto, me gustaría reconocer que el término “enfermedad” es un convencionalismo social. Que yo sepa, no hay una definición legal o científica de qué implica este término.
Igual que todos los convencionalismos sociales están sujetos a modificación, nuestras definiciones de la enfermedad también pueden cambiar. Los trastornos que en algún momento se consideraron procesos normales del envejecimiento (por ejemplo, diabetes de tipo 2 o demencia) han alcanzado hace tiempo la categoría de enfermedades. Este reconocimiento ha tenido una influencia notable en cuestiones que van desde la legislación sobre derechos humanos, a los seguros de salud y hasta la inclusión de estos trastornos en la formación y en la práctica médica.
Las personas con obesidad no se merecen menos.