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“Este picor… no me deja vivir”


Ver las imágenes de origenEs probable que en alguna ocasión haya escuchado esta expresión, y si además es de las personas diagnosticadas con una enfermedad renal crónica, probablemente haya sufrido en su propia piel las consecuencias del temido e incesante picor, eso que los profesionales denominamos Prurito” , y que puede llegar a condicionar la propia vida.

La piel es el órgano más grande del cuerpo: protege al organismo, le ayuda a mantener la temperatura correcta y nos permite tener el sentido del tacto.

El prurito o picor es una sensación desagradable que produce el deseo de rascarse. Es un síntoma común que puede estar relacionado con diferentes procesos y llegar a ser preocupante ya que además de causar molestias, pone en peligro la eficacia de la piel como barrera de protección.

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El prurito puede ser considerado como una forma de dolor. La sensación del picor es transmitida por los mismos nervios por los que viajan los estímulos dolorosos . Tras la percepción del picor, sigue la respuesta del rascado con la que se consigue un alivio que puede durar entre 15 y 25 minutos.  Sin embargo, el rascado puede aumentar la sensación de prurito, creando un círculo vicioso: “picor-rascado-picor”.

Las personas con enfermedad renal crónica, a  menudo se quejan de sequedad de piel, picor, comezón, o desazón. Aunque estos problemas cutáneos no son potencialmente mortales, sí que pueden resultar muy incómodos y molestos pudiendo afectar a la calidad de vida de la persona que los padece.

En la enfermedad renal crónica, el prurito urémico es uno de los síntomas más frecuentes. Cuando el paciente comienza a recibir tratamiento de hemodiálisis puede empeorar por las sustancias de desecho del torrente sanguíneo que las membranas de los dializadores no pueden eliminar de la sangre.

Sin embargo, el origen exacto del picor que padecen los pacientes de diálisis no está siempre claro. El problema también puede estar asociado con niveles altos de la hormona paratiroidea (PTH), o una alta concentración de fósforo en sangre. Por otra parte, el calcio que se libera de los huesos puede depositarse en los vasos sanguíneos, las articulaciones y la piel, lo cual podría provocar el picor. El déficit de hierro, la inflamación generalizada,  las lesiones cutáneas o las reacciones alérgicas, son procesos comunes a otras patologías que también pueden estar relacionados. Lo cierto es que no se ha encontrado una única causa, ni una solución eficaz que funcione para todos.

El prurito es un síntoma, no una enfermedad, pero no por ello menos importante. Hay que tenerlo en cuenta como un problema serio, que incluso puede provocar situaciones de irritabilidad, ansiedad, insomnio, estrés… condicionando en parte nuestras relaciones sociales, laborales y familiares.

Para que el profesional que nos atiende pueda realizar una valoración adecuada del prurito, es importante que reciba toda la información posible acerca de:

  • Localización, comienzo, duración e intensidad de los picores.
  • Tratamiento medicamentoso habitual.
  • Uso de fármacos de forma puntual o de reciente incorporación (antibióticos, analgésicos, otros).
  • Tratamientos llamados naturales, infusiones, cremas, homeopáticos…
  • Presencia de infecciones.
  • Estado nutricional y emocional del paciente.
  • Factores ambientales (temperatura, humedad)
  • Factores físicos (prendas constrictivas o ajustadas)
  • En pacientes en hemodiálisis:
    • Tipo y composición de membrana del dializador
    • Composición de las ramas.
    • Uso de soluciones de cebado y heparina sódica.
  • Exámenes de laboratorio: bioquímica con iones y hematología
  • Examen físico:
    • Estado de la piel: textura, color, temperatura, hidratación.
    • Presencia de lesiones: aspecto, tamaño y localización, (eritema, sequedad, escoriaciones).

Una vez hecha la valoración del prurito, el profesional nos ofrecerá algunos consejos para el tratamiento y autocuidado con objeto de reducir las posibles causas de picor y aliviar sus síntomas.

  • Se recomienda la ducha diaria de agua templada, evitando los baños con agua caliente.
  • Si decide darse un baño, añadir bicarbonato sódico o avena al agua, puede aliviar el picor.
  • Hidrate diariamente la piel, para prevenir la sequedad cutánea.
  • Trate de utilizar ropa de algodón o de tejidos naturales.
  • Evite los detergentes fuertes, suavizantes y lociones, que pueden provocar reacciones alérgicas y agravar los síntomas.
  • Córtese las uñas a menudo para evitar rascarse y provocarse heridas en la piel, lo cual podría causarle infecciones.
  • La prevención de caídas o lesiones cutáneas, ayuda a evitar abrasiones que puedan agravar esta dolencia.

No siempre un buen cuidado de la piel nos asegura que el prurito no se manifieste, en ocasiones el médico reforzará estas medidas con otro tipo de tratamientos.

Los aglutinantes de fosfato son medicamentos que actúan como esponjas para absorber, o aglutinar, el fósforo mientras está en el estómago. Garantizar una baja ingesta de fósforo y asegurarse de tomar adecuadamente los quelantes de fósforo puede ser de gran ayuda.

Algunas personas han encontrado un gran alivio después de que se les quitaron las glándulas paratiroideas. Las cuatro glándulas paratiroideas se encuentran en la superficie externa de la glándula tiroidea, ubicada en la tráquea en la base del cuello, justo encima de la clavícula. Las glándulas paratiroideas ayudan a controlar los niveles de calcio y fósforo en la sangre.

Otras personas encuentran alivio después de la exposición a los rayos ultravioleta, y hay quienes mejoran con inyecciones de EPO.
Algunos fármacos antihistamínicos y/o lociones o cremas por vía tópica, también pueden aliviar o minimizar los síntomas.

Sin duda los agentes causantes del picor, del “temido prurito” son múltiples y variables, así como las diferentes opciones de prevención y tratamiento,   pero lo cierto es que… por lo general,… “no por mucho rascar…el picor se va a quitar”.


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