El trasplante renal es un tratamiento quirúrgico en el que se implanta un riñón sano, obtenido de un donante vivo o donante fallecido, a un paciente con Insuficiencia Renal avanzada. El principal objetivo del trasplante de riñón es reemplazar las funciones realizadas por el riñón dañado con el nuevo y así evitar la realización de diálisis.
Al ser los tejidos de donante y receptor distintos, el organismo del receptor intentará destruir el riñón trasplantado (es el fenómeno conocido como “Rechazo”). Por eso no sirve cualquier órgano para todas las personas. Para reducir el riesgo de rechazo se debe buscar un órgano compatible (parecido al receptor), y además tomar medicación anti-rechazo.
Requiere una intervención de cirugia mayor (que supondrá de dos a tres semanas de ingreso).
Debido a las complicaciones generadas por la intervención y por el tratamiento inmunosupresor, no todos los pacientes (sólo uno de cada cinco) puede recibir un trasplante con un riesgo asumible. Suelen ser personas en que los órganos principales (corazón, pulmones y arterias) están mejor conservados.
Podemos clasificar al trasplante renal en función del tipo de donante (vivo o fallecido).